Alcohol, y su relación con el deporte
Todo el mundo conoce los efectos que el alcohol puede provocar en una persona y en su salud, rendimiento, reflejos, coordinación, fuerza…
El causante de este impacto en nuestro organismo suele ser el etanol, que altera el sistema nervioso. En el momento de la ingesta, la persona puede sentir una especie de subidón en el que se siente con más energía y euforia de lo normal, pero el alcohol no deja de ser una sustancia depresora, por lo que al poco rato el efecto enérgico cesará y se producirá una situación de bajón de energía y una alteración en los procesos psicológicos básicos. Durante esta fase, las capacidades y reflejos de la persona se merman, los movimientos se ralentizan, la coordinación falla… e incluso se pueden dar problemas de visión.
También debemos tener en cuenta que las bebidas alcohólicas tienen propiedades diuréticas, por lo que podrían dar lugar a deshidratación, especialmente si hacemos ejercicio después de consumirlas, ya que implicaría una mayor pérdida de líquidos. A esta pérdida de líquidos se le acoplan la pérdida de minerales y vitaminas (importantes para lograr un buen rendimiento a la hora de la actividad física).
El etanol se absorbe velozmente en el organismo y obstaculiza el metabolismo de otros nutrientes, al mismo tiempo que inhibe la oxidación de las grasas y provocando, por lo tanto, un indeseado incremento del peso corporal a expensas de grasa.
Otro efecto negativo del consumo de alcohol en el metabolismo humano es que se aumenta la degradación de proteínas, lo que perjudica la “masa magra” de nuestro organismo. Todo esto está muy relacionado a su vez con el “maltrato” del hígado.
El consumo de alcohol no es algo que esté prohibido en todas las disciplinas deportivas, pero sí en algunas de ellas, en las que se requiere un elevado nivel de precisión y exactitud para el manejo de objetos, herramientas, vehículos… (Arquería, automovilismo, karate… etc)
Con todo, aunque en muchos deportes la ingesta de alcohol no esté reglamentada, hay que tener en cuenta que puede influir negativamente en el rendimiento de un deportista, perjudicando su fuerza, coordinación, equilibrio, capacidades, reflejos... Es innegable que el consumo de alcohol altera los movimientos normales requeridos para el adecuado desempeño físico.
El alcohol es un producto cada vez más aceptado y presente en nuestras vidas. Es un “alimento social” cuyo consumo queda determinado, casi siempre, por los encuentros sociales, las fiestas, las salidas…
Con todo, es cierto que el consumo moderado de 1 o 2 vasos al día de determinadas bebidas alcohólicas puede resultar beneficioso para nuestra salud (vino, cerveza…) Lamentablemente, pocos son los casos en los que estas recomendaciones se cumplen y es en estos casos donde los beneficios se transforman en daños y factores negativos.
Todo en exceso es malo, por lo que para llevar una vida saludable y tener un cuerpo sano debemos moderar nuestro consumo de determinados productos, y más concienzudamente si hablamos de una competencia deportiva.
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